dimarts, d’octubre 25, 2005

Mi tiempo no es mío

El verdadero problema, señores míos, es no poder disponer de mi tiempo como mejor me plazca, no poder estudiar cuando me apetecería estudiar, no poder sentarme en cualquier momento pluma en mano a escribir aquí (en mi cuaderno, no en mi ordenador), no poder hacer nada en definitiva fuera de las horas que hay que dedicar al trabajo, a ganarse la vida, a ese trabajo que no sólo te abosorbe horas, sino que te absorbe las mejores horas, que podrías provechosamente emplear en otras actividades, porque las horas fuera del horario laboral serán horas, y serán libres, pero no provechosas; horas en que estás cansado, en el que el cerebro no te rinde lo suficiente, horas en que no puedes realizar gestiones porque las oficinas donde acudir a realizarlas ya están cerradas, y te queda tan sólo el recurso a Internet para obtener informaciones necesarias fuera de horas de oficina, y poder realizar algunos trámites a distancia, si es posible.

Y llegas a casa y te conectas a Internet e intentas aprovechar el tiempo, para, al menos, ponerte al día con las cuentas, reservar una habitación de hotel, buscar información para ampliar tus conocimientos de idiomas, o de lo que sea, y ya no te queda tiempo luego para gran cosa: cenas, lavas los platos (con suerte), te vas a la cama y ni siquiera ves ya la TV tanto como antes y te despiertas cansado por la mañana preguntándote quién se ha llevado tu tiempo, y con él tu vida.

Y con esa ansia por no seguir dejando que te roben lo único que nadie puede restituirte, tu tiempo, te matriculas en cursos de idiomas, o en algún postgrado para completar tu formación, o incluso te lanzas a estudiar una segunda carrera universitaria, esta vez porque sí, porque te apetece, porque ahora es el momento y te ilusiona y sobre todo porque se lo debes a tu madre, la pobre, que siempre pensó que habías equivocado tu elección de carrera, y que aunque ya no pueda sentirse orgullosa de ver que acabas haciendo lo que ella siempre te había dicho, porque murió, la pobre, se lo debes igualmente y piensas que se sentiría orgullosa, y satisfecha, y sonreiría plácidamente, y a ti se te humedecen los ojos y ni siquiera te has matriculado todavía pero sabes que esta vez es improbable un cambio de opinión, que las circunstancias son todo lo favorables que puedan serlo, dada tu situación personal y económica, y aunque por hacer sólo dos asignaturas (las que tu tiempo y economía te permiten este semestre) te vayas a dejar una pasta, tienes muy claro que, aunque sea pagando a crédito, te matricularás de una vez por todas (en una universidad a distancia).

Y con esta decisión eres plenamente consciente de que tu tiempo se va a ver disminuido igualmente y que eso de "aprovecharlo" son tonterías, que lo único que harás será seguir yendo cansado, con pocas horas de sueño, derrotado y preguntándote quién es el maldito ladrón de tu tiempo.

diumenge, d’octubre 23, 2005

Literatura i vida literària

Espectacle lamentable el de la batalla verbal entre Juan Marsé i Maria de la Pau Janer. Si bé tots dos van perdre els papers i no van saber estar al seu lloc, Juan Marsé va dir una gran veritat que ara recullo: que ell parlava i volia parlar de literatura, que el que li interessava era la literatura i no la "vida literària" en la qual alguns es complaïen, descuidant la qualitat de les seves produccions literàries.

Cert: la literatura és una cosa molt diferent, per bé que relacionada, de la "vida literària". Però, què és això de la "vida literària"? Doncs ni més ni menys que viure representant el paper d'escriptor; anar amb freqüència a actes més o menys literaris, visitar els locals de moda entre els intel·lectuals, fer tots els possibles per estar més o menys presents en els mitjans de comunicació, presentar-se a tots els premis de renom i per descomptat anar en persona i amb glamour a les cerimònies de lliurament dels premis.

Per fer tot això cal tenir temps. Un temps que no passen treballant en cap altre ofici, ni tampoc en el seu. Cal dedicar una preparació personal que també requereix temps. Cal, en definitiva, dedicar-se a un munt de coses que no tenen res a veure amb seure a escriure llibres. I això és el que va fer saltar de la cadira a Juan Marsé.

Escriure és un acte íntim, privat. Fer vida de literat reconegut és, ans al contrari, un acte públic, tan públic que resulta obscè davant de l'acte d'escriure. Com obscè resultava el somriure implacable de Maria de la Pau Janer, que semblava dir-li al Marsé: "pots dir el que vulguis, però jo tinc el premi, el prestigi, el contracte amb l'editorial, els diners i la vida resolta durant una bona temporada més". No he llegit a aquesta autora, però des de fa força temps cap aquí les crítiques que n'he llegit anaven en la mateixa direcció: massa melodrama, massa fàcil, massa sentimentaloide, personatges massa plans i arquetípics, sense profunditat... No dubto que a ella, tot això li rellisca des de fa molt, i cada cop més, directament proporcional a la seva fama com escriptora i al nombre de premis aconseguits.

El que no puc entendre és com Juan Marsé no va renunciar a ser part del Jurat abans, molt abans. Dimitir a posteriori és només conseqüència d'una rebequeria per la discussió amb la Janer. Si realment es pren tan seriosament la literatura, per què va ser membre del Jurat del Planeta?

Indubtablement a l'Univers hi ha misteris indesxifrables.

dissabte, d’octubre 22, 2005

Aprender

Aprender idiomas gratifica y frustra a la vez. Cuanto más se aprende, más se da uno cuenta de lo poco que sabe en realidad y de cuánto le queda aún por aprender. Y lo peor de todo es esa constatación terrible de que no se aprende un idioma hasta que no se ha vivido en él. La inmersión lingüística es realmente lo único que funciona, lo único que obliga a nuestro cerebro a asimilar y aprender de la mejor forma. No es lo mismo un curso de 3 meses en una Academia de idiomas que 3 meses viviendo en otro país, viviendo en otra lengua las 24 horas del día: en el trabajo, en las compras, en la tv, en las gestiones, en el vecindario...

Y de nada vale dominar la gramática y la sintaxis, porque al final lo único que realmente cuenta es el dominio práctico de la lengua, la efectividad comunicativa.